Con los años, esta preparación se han convertido en el desayuno por excelencia y esto se debe prácticamente por su origen de carácter eclesiástico.
En la edad media, los monjes que hacían vida en los monasterios, eran los encargados de la elaboración de las hostias y éstas era lo que los creyentes podían consumir en sus respectivos ayunos.
Posteriormente, empezaron a fabricarse con mayor cuidado y manufactura, cuidando los detalles diseño y eran usadas en las grandes celebraciones religiosas de toda Europa.
Su nombre deriva del alemán antiguo “Wafel“, que significa “panal de abeja” o “tejido”, de allí su forma característica cuadriculada.
Existen tres tipos de Waffle. El americano, cuya forma redondeada y sus respectivas cuadrículas, se ha hecho parte de su dieta , incorporándolas incluso hasta en recetas saladas, propia de la comida sureña.
El de origen Belga, que resulta un tanto más dulce pero de forma cuadrada.
Y la versión más regionalista, propia de la zona belga de Liege, cuya forma es bastante irregular por su borde externo.
La receta que aquí les presento es baja en azúcar, sin embargo, pueden jugar con sus porciones.
- Una taza de leche completa (puede ser sustituida por soya o almendras)
- 1 taza y 1/2 de harina leudante (si utilizan todo uso, deben agregar un TSP de polvo de hornear, además puede ser sustituida por harina de almendras o la que deseen)
- Un huevo (puede utilizarse un sustituto de huevo)
- Un cuarto de taza de aceite vegetal o mantequilla
- 1/4 de taza de zanahoria rallada.
- Un cuarto de taza de hojas de berro
- 1/4 de taza de avena
- 1 TSP de azúcar (opcional)